lunes, 26 de octubre de 2009

Trashumancia por la sierra de La Navilla



Cinco siglos yendo y viniendo guiando ganados por Cañadas, Cordeles, ramos de Cordeles, Coladas..., en ferrocarril o a pie, enhebrando a su paso paisajes y culturas tan distintas, generando riqueza y literatura, alimentando sueños de gentes humildes, acercando los extremos a los pastos de montaña (y costumbres que había entre ambos), internacionalizando, en fin, el mercado de la lana y el folclore surgido entorno a él, son muchos siglos como para no haber dejado huella y como para no haber producido una historia ingente.
A la solana de la sierra de La Navilla, en Puebla de la Reina, fuimos testigos el pasado domingo 25 de octubre, de este testimonio ancestral con el rebaño de Fernando Morales, quien dirigía sabiamente a sus seiscientas ovejas hacia Hornachos, provenientes de unos rastrojos en La Navilla. Esto fue una pequeña anécdota real de lo que supone la aventura más compleja que irradia todos los años la trashumancia en nuestro país.
También pudimos disfrutar, acompañados de unos amigos, de una gran mancha de acebuches autóctonos injertados en olivos, algunos de ellos, desmamonados por cabras, cabritos y cabrones.
Un gran tesoro cultivado por una mente sensible al medio natural.

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